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“El Especialista”
(Cuento breve de hospital- por el Curicano)
Aquel pintoresco y extraño suceso, cambió la rutina del hospital. Funcionarios y pacientes se amontonaron alrededor de la pileta, comentaron, rieron, otros no entendieron.
Un hombre de no más de 60 años, sorprendió a todos, saliendo despavorido por el acceso principal; a saltos trataba de subir sus pantalones a media rodilla, cayendo varias veces en su intento; para luego perderse por calle Santos Dumont, (hoy Dr. Carlos Lorca Tobar) con dirección Av. La Paz.
Todo había comenzado el día anterior; cuando Guillermina trataba de convencer a su esposo de asistir al hospital y tratar aquella dolencia que lo despertaba por las noches y que soportaba por más de 2 años.
La visita al especialista; como indicó el médico tratante, debía ser inmediata, pero el convencerlo fue un martirio para su mujer.
__ Pero Remigio, ¡cómo puede ser tan porfiado!, __!Acaso no entiende que puede ser grave!.
__Que va ser grave mujer. Respondía Remigio.
__ Claro, Usted siempre con su machismo y testarudez!.
Remigio enchapado a la antigua, con reputación de macho intachable, varonil y pretencioso a toda prueba, fue educado con rigor militar en una escuela solo para varones; a sus 18 años en forma voluntaria se presentó a la lista de reclutamiento; tuvo 5 hijos con Guillermina, a los cuales traspasó su personalidad y un sin-número de actitudes machistas y retrogradas.
__ Pero los exámenes son mucho más fáciles y rápidos ahora. Trataba de explicar su mujer.
Pero la frase que logró lo imposible fue:
__ Además hace ya algún tiempo que me tiene abandonada y no ha respondido como marido…!!.
__ Está bien mujer, iré, pero que nadie me acompañe y que nadie sepa de nada de nada; de lo contrario arreglaremos cuentas!!, respondió.
Remigio entró al hospital, sin antes cerciorarse que nadie lo reconociera. Luego con extremo cuidado pregunto por un especialista, sin antes exigir que cumpliera ciertos requisitos fundamentales; entre otros: baja estatura, delgado y en lo posible de origen oriental.
A pesar de las extrañas exigencias de aquel paciente, las asistentes de admisión, encontraron el perfil del médico requerido y en minutos, Remigio, estaba en la consulta del Dr. Chang, menudo y de manos muy pequeñas.
Después de una breve charla de preguntas y respuestas, el veredicto del Dr Chang, fue tajante….
__“Mi estimado amigo, lo mándale a lealizal un examen de sangle. Debemos descaltal un cancel, que puede ser muy fatal, pelo si lo detectamos a tiempo tiene solución!!”.
Remigio se hundió en su asiento ante ese dictamen rotundo y se disponía a levantarse con la orden médica en su mano, cuando el Dr Chang. Réplica:
__Pelo es necesario que lealicemos un examen de tacto a la plóstata, ahola mismo.
Remigio, viendo que estaba en una situación de cuidado y pese a su resistencia y su machismo exacerbado, accedió a regañadientes.
Mientras se tendía en la camilla y seguía las instrucciones del médico, miraba de reojo las manos del doctor y pensando en la denigrante deshonra a su masculinidad.
__Tiéndase de espalda, pantalones a los tobillos y lodillas al pecho, pol favol.
Remigio avergonzado, accede.
__Ahola lelajese, señol. El examen lo lealizalá el doctol Jhonson, mi ayudante. Que es el especialista.
De la Sala contigua aparece el Dr Jhonson, de origen norteamericano, de tez morena, 2,20 mts. de estatura y con enormes manos de basquetbolista.
Entonces, Remigio, sin mediar palabra alguna, en una reacción instantánea e incomprensible, sale despavorido por la puerta de la consulta y cruza la recepción con sus pantalones en los tobillos ante la mirada atónita de los otros pacientes.
Fin
Que buen cuento…jajaja
Muy creativo…
Gracias por tu comentario Amigo poeta