Cada año en Febrero

(Crónica sobre el encuentro de Lourdes 2025-por El Curicano)

Cada año en febrero, la segunda semana para ser más exacto, se realiza en el santuario de la basílica de Lourdes, el tradicional encuentro de canto a lo divino, donde se reúnen decenas de cantores provenientes de distintas localidades y regiones del país.

Este año se llevó a cabo la versión número 47 de este rito de fe católica y de tradición de arraigo campesino, que entre los años 70 y 80 aproximadamente, se ha insertado en la urbe y en estos grandes espacios del catolicismo, especialmente en la región metropolitana como lo son: el Templo Votivo de Maipú, el Santuario de San Alberto Hurtado en Estación Central y el mismo Santuario o  basílica nuestra señora de Lourdes en la Quinta Normal. 

Lo anterior gracias a la labor, entre otros,  del padre Miguel Jordá Sureda QEPD, sacerdote español que alrededor de esos años, visualizó en esta manifestación de fe, más que un canto de tradición;  la expresión potente de un pueblo que a través de él y la poesía, podía manifestar su fé,  sus agradecimientos, sus esperanzas y buenos deseos y llegar  directamente a Dios a través de la virgen María. Virgen que para un pueblo mariano como el chileno, es la divinidad intercesora más cercana y asequible. 

Una vez más se confirma,  a propósito de lo anterior y otros tantos ejemplos en nuestro país, que personas de otras latitudes, reconocen y se sorprenden ante las riquezas culturales, naturales o expresivas de un pueblo, mucho más que nuestras  autoridades políticas o eclesiales y sus mismos habitantes, inclusive. 

El padre Miguel Jordá Sureda, en aquellos años pudo convencer a sacerdotes o a encargados de la iglesia para que esta forma de oración cantada, pudiera llegar a capillas, parroquias y también a santuarios. 

No debe haber sido una tarea fácil para este incansable inmigrante revertir la convicción  de algunos sacerdotes, que teniendo una vaga noción de esta expresión, la consideraban  pagana y que caía en el exceso del alcohol, incentivado por el “gloriado” y otros preparados que ayudaban a mantener el cuerpo animoso y el espíritu despierto en el trasnoche de las largas vigilias.  O lisa y llanamente una manifestación desconocida, por ser patrimonio esencialmente campesino y del ámbito familiar y comunitario de zonas rurales apartadas de los centros masivos de la religiosidad.

Pero volvamos al cuadragesimo septimo encuentro de canto a lo divino de Lourdes, que este año 2025, convocó a una treintena entre cultoras y cultores; Sí, con un contraste importante; considerando que en la época del noventa o dos mil inclusive, acudían a esta cita con la virgen de Lourdes y Bernardita, entre 60, 70 o más cantores provenientes de distintas comunidades y regiones.

En ese entonces  estas comunidades se organizaban para llegar en masa al santuario en buses,  vestidos con la mejor indumentaria, con instrumentos recién encordados o especialmente renovados para la ocasión, y al reencuentro con los cantores y la fraternidad de amigos con una tradición en común y donde se comparten experiencias relacionadas con otros cantos o se relatan jocosas anécdotas que;  al calor de la cena o un buen café y por qué no, al calor de un buen sorbo de tinto, se relatan con buen humor y con la gracia y picardía propia del hombre de campo y de aquel que teniendo un origen rural,  hoy se asienta en la ciudad sin perder esta forma de oralidad.  

Seguramente el sacerdote español, recolector y editor de numerosos libros con versos de tantos cantores a lo divino,  ante la disminuida asistencia de sus amigos los cantores, habría encontrado la forma o la divina estrategia para motivar esta asistencia, objetivo que no se ha logrado en el último tiempo, tanto en el mismo Lourdes,  Maipú, y más aún,  con la escasa asistencia al canto del Padre Hurtado  2023, y con la no concreción del encuentro en ese santuario,  el año 2024.

En aquellas épocas llegaban cantores provenientes de Nancagua, Litueche, Las Cabras y Marchigüe (entonces sexta región), como también de otras localidades apartada pertenecientes a la región metropolitana, como Alhué, Aculéo, Pirque, Lo Barnechea, Navidad, entre otras. O de más al norte, pertenecientes a la región de Valparaíso como: Putaendo, San Felipe y Los Andes, por mencionar algunos, que se encontraban con sus pares; pares que en muchas ocasiones no se veían o se abrazaban desde un año atrás exactamente.

Hay que reconocer que esta disminución de cantores, es un reflejo del envejecimiento natural de la comunidad de cultores y el poco renuevo de ellos a través de la herencia o del traspaso de conocimientos de manera integral, con las formas y valores preciados de la vieja escuela.  Acerca de esto escuché la postura de un referente del canto a lo divino que dice: 

“La entrega de este conocimiento parte en la cocina o el comedor, en la mesa humilde y generosa, como lo es la mesa en el campo”. 

Fórmula que tiene mucho sentido y que hoy utiliza este cantor y referente, que refiere, que el aprendizaje se materializa donde se comparte una once, en un mate, en un almuerzo o lo que haya que compartir,  no en frente de una pizarra; sino que en la conversación, en medio de anécdotas y la cotidianidad, como era en los tiempos que aprendieron nuestros antepasados. 

Entre los conocimientos mencionados en el párrafo anterior, estaban el valor del respeto al cantor mayor, el sacrificio de las trasnochadas, la  formalidad en las ruedas, el compromiso con una expresión patrimonial que refleja identidad, con arraigo en el pueblo más humilde y apartado de los grandes asentamientos humanos, Y donde;  el ser cantor a lo divino se obtenía como premio a la aceptación de los valores y a las formas que el canto y la  rueda imponían.  Muy distinto de lo que hoy se aprecia, donde se ha perdido la formalidad y donde es muy fácil entrar al canto; basta con leer un verso y saber medianamente una entonación y ya se es “Cantor a lo divino”. Y no en menos  ocasiones,  sin poseer ni siquiera el valor primordial  para ejercer el oficio, que es la fe.   Fe que se hereda principalmente de los abuelos, de los padres, de los tíos, es decir de la familia. 

Generalmente cuando se inicia la transmisión de este conocimiento, se parte con una pregunta básica antes de enseñar versos o entonaciones o traspasar el conocimiento: 

¿Es usted creyente, cree en Dios y la virgen?. 

Una simple respuesta a esta pregunta acerca de la creencia y todos los fundamentos que encierra la religión católica,  bastaba para saber si el aprendiz llegaría a ser cantor a lo divino.

Si bien la disminución y la no renovación de la comunidad cantora es  el envejecimiento y la falta de traspaso con valores claros y precisos. No es menor la falta de fe en la sociedad chilena actual, influida; según mi punto de vista, por múltiples factores, entre ellos: el fácil acceso a los bienes materiales, que dan bienestar en el día a día,  el acceso a múltiples avances de  la tecnología, con su globalización que tiende a unificar, y a usar el mismo lenguaje. Globalización que  interviene además en lo que vemos, comemos, leemos, la vestimenta que usamos y también muchas veces, en lo que deberíamos pensar. Convirtiéndonos así, en un enorme rebaño que sigue las directrices de libre mercado y el consumismo, estructuras que promueven una forma de vida única, que despoja de una identidad propia y convirtiéndonos en individuos cada vez menos visibles e irrelevantes y fáciles de moldear y manejar por  aquellos que están en lo más alto de la pirámide global.

Esta forma de vida, donde todo es posible y todo está a la mano, es para la gran mayoría de nosotros, cómoda y suficiente, y donde la espiritualidad, pasa a segundo o tercer plano. Pero basta con experimentar el horror de una guerra, de una catástrofe, de una enfermedad, de la falta de trabajo para el sustento diario, para recién allí recordar, que existe una fuerza espiritual y superior a la que nos aferramos, pero lo hacemos generalmente, solo cuando llegan tiempos difíciles.

Lo descrito anteriormente, se asemeja de alguna manera al episodio del génesis, libro del antiguo testamento, que nos relata la historia  de la torre de Babel. Torre que fue destruida por Dios por considerarla unificante, donde se usaba una sola lengua, un solo objetivo y que alejaba al hombre de los mandatos del creador.

Pero está también y es preciso mencionar,  algunos hechos ocurridos que afectan y causan daño a la iglesia y su labor de acompañar en la fe,  como son los sucesos vergonzosos que apuntan y con evidentes fundamentos y cada cierto tiempo, a algunos miembros del clero, que han participado  en delitos detestables que se ubican al lado opuesto de sus investiduras  espirituales. Estos acontecimientos   desmotivan a jóvenes y a adultos a entrar o seguir  en el mundo de la religiosidad,  y de la iglesia y adoptar su orientación con convicción; convicción que implica abrazar un compromiso y una constancia para mantener la fe y una vida espiritual,  con sus valores; valores fundamentales e importantes además, para el canto a lo divino.

Muchas veces escuché a jóvenes, y a  otros no tanto a propósito de lo antes mencionado,  decir no creer en la buenos propósitos de la iglesia, que de alguna manera ha  cobijado o respaldado a estos personajes  deshonestos; personajes que son los llamados a  practicar  con buenos ejemplos el mandato de ser guías y transmisores de la doctrina religiosa. 

De este modo, para muchos,  esta   cara visible de la iglesia; con un “poderío” casi intocable, pasa a ser,  para el común de las personas,  una bolsa de malhechores, colocando a todos en el mismo saco, sin distinguir a tantos que han entregado la vida inclusive, por el bien del ser humano.

Pero retomemos el encuentro de Lourdes 2025, que se llevó a cabo la calurosa tarde-noche del 8 de febrero, cuando se registró una de las temperaturas más altas que van de este verano.

Allí en la gruta de Lourdes antes de las 19 horas, comenzaron los preparativos para recibir a los cantores a lo divino, que pausadamente llegaban hasta las bancas que utilizan los fieles para presenciar las misas o rosarios que habitualmente se rezan en esta semana dedicada a la virgen y que culmina el día 11 de febrero de todos los años, con la celebración principal. 

En medio de las pruebas de sonidos que colaboradores del santuario preparan para la ocasión,  un grupo de cantores se instala presurosamente en el lugar utilizado por el coro, para acompañar con cantos en décimas la liturgia que a esa hora comenzaba. Estos cantos son parte de la misa en décimas creada por el recordado Francisco Astorga QEPD, hace algunos años y que se utiliza junto a otras creaciones del mismo tenor y de otros cultores, para acompañar las eucaristías y liturgias. 

Dirige esta ceremonia un sacerdote con un vozarrón que ya se lo quisiera cualquier cantor o artista de la ópera y con un marcado acento extranjero. Acentos que son cada vez más comunes en un Chile invadido por oleadas de inmigrantes con todas sus virtudes y defectos, producto de fronteras abiertas o simplemente del escaso control de las autoridades. Pero esa es harina de otro costal, digno del análisis de eruditos en el tema.

Tras cada intervención del sacerdote con voz de contrabajo, se suceden los cantos de este coro de cantores, bastante improvisado por el apuro del tiempo, y sin previa coordinación y preparación, dejando escuchar las décimas de Francisco Astorga no muy armoniosas y a destiempo, pero que cumple con el objetivo de hacer presencia,  con el canto a lo divino también en esta faceta de los ritos religiosos.

Terminada esta liturgia, se instalan los cantores a lo divino al interior de la gruta, en sillas previamente habilitadas por los colaboradores del santuario, en una rueda alrededor del altar principal.

Esta rueda,  tal como se realiza en el templo votivo de Maipú, consiste en un saludo del cantor,  o mejor dicho el canto de una décima de saludo a la virgen; que para ser sincero, desde una visión muy personal; más que un saludo a la virgen, es un saludo a los escasos asistentes, que observan desde las aposentadurías de la gruta. 

En este “saludo a la virgen”, algunos cantores expresan en su décima, el lugar de donde vienen y como se llaman, ¿para ser reconocidos por la virgen?,  o ¿por los otros cantores?, o ¿por la audiencia?, creo que por la  audiencia, que sí desconoce o puede interesarse por la procedencia y el apodo del cantor.  

Algunos asistentes siguen esta presentación, mientras en pausadas caminatas otros oyentes o feligreses, pasean y se acercan al oír lo extraño o novedoso de la música y la poesía que aquellos hombres y mujeres emiten con su mejor voz.  Esto, en sintonía con el movimiento de otros cantores que llegan atrasados a instalarse en el altar y  otros que después de cantar se levantan de su asiento para salir de la gruta, afectados tal vez por el calor reinante en aquella caverna tallada en la roca, o simplemente parte de la costumbre de muchos en el último tiempo. Mientras otros cantores registran aquel momento en una instantánea con su celular,  que aparecerá casi en tiempo real en sus redes sociales. 

No es menor el esfuerzo que realizan los voluntarios para acercar el micrófono al guitarrón o la guitarra o al cantor mismo, interponiéndose entre el canto de saludo y “la saludada” y  que cumplen el objetivo que la organización ha solicitado,  alterando esa conexión que se produce al momento de orar a través del canto. Sensación experimentada por más de algún cantor al describir ese sentimiento al momento de cantar.  

Los elementos mencionados en el párrafo anterior afectan sin duda a aquellos cantores que buscan una conexión profunda con la divinidad que les motiva a expresar su fe, con recogimiento.

Terminada esta instancia; que en esta oportunidad consistió en una décima de saludo, más el primer pie del verso a la virgen;  esto producto de la poca asistencia de cantores y el rápido término de la primera vuelta; contrastando con otras ruedas de saludos del pasado, donde esta solo esta décima calzaba casi justo con la cena que se sirve a los invitados cerca de la media noche. 

Cabe mencionar que en esta jornada fue también complementada con una oración al santísimo al interior de la basílica con motivo del año jubilar que se celebra este año.

Ya en el comedor, durante la cena se reanudan los saludos esta vez entre cantores que recién llegan y otros que productos de las ceremonias anteriores no habían tenido la oportunidad de hacerlo. Donde se reencuentran cultores provenientes de Santiago, Melipilla, San Pedro, Pirque, Chimbarongo, entre otros, con el saludo fraternal de siempre, lleno de buenas intenciones y camaradería; todo en medio de un contraste notorio, producto del bullicio en el salón adyacente y la música a alto volumen, que se contraponen a la armonía de la conversación de los cantores y que les obligaba a alzar la voz, para ser escuchados o hacerse entender, en medio de esa “eufórica algarabía festiva”.

La organización claramente no previó este despropósito o simplemente escapó de sus alcances. Hecho que no dejó ajeno a los cantores que, aunque comentaron en la conversación ese malestar, no se pronunciaron abiertamente al respecto, actuando con la humildad que caracteriza al cantor y como actuaría un invitado que no tiene mayor injerencia en la formalidad o informalidad del dueño de casa; a pesar que el hecho no esté acorde con la instancia de oración y reflexión, en donde el cantor requiere una atmósfera de quietud interna, pero también externa para expresar su religiosidad.

Concluida la cena, antes de iniciar el canto, en medio del bullicio, de la fiesta y la conversación de los cantores, se generó una instancia de diálogo o especie de asamblea entre los asistentes, en el contexto de buscar fórmulas para reactivar la asociación nacional de cantores a lo divino de Chile; Cabe señalar que aunque esta instancia se separa o es anexa al sentido que reúne a los cantores en Lourdes, no deja de tener importancia y por ende se incluye en esta secuencia de hechos y que además fue consensuada por los mismos cantores en el templo votivo de Maipú en el último encuentro de septiembre 2024. Con respecto a ello, creo que es una tarea importante y que está pendiente; considerando que  la organización existe con personalidad jurídica eclesial y perpetua. 

Este organismo ha ejercido su labor con importantes resultados, como el Primer Congreso nacional el año 2018, muestras de canto a lo divino en distintos lugares y obras sociales a través de campañas solidarias, con la participación fundamental de Chile Canto Radio, entre otras iniciativas.  Este organismo por el cual han pasado cultores tratando de representar a la comunidad y que se vio debilitada producto de la pandemia y post-pandemia y con la ausencia de encuentros presenciales masivos y congresos, entre otros hechos lamentables y que de alguna manera vislumbra el poco interés de algunos integrantes de la directiva vigente, en la búsqueda de iniciativas o gestos de asociación comunitaria.

En este aspecto, realicé un intento el año 2023, con la idea de hacerlo efectivo en el marco del Primer Encuentro del día nacional diocesano del cantor a lo divino, organizado por la diócesis de Melipilla y realizado en El convento, comuna de Santo Domingo, encuentro masivo que convocó cerca de 150 cultores del canto a lo divino. 

Cabe señalar que en la comisión organizadora de ese encuentro, participaba activamente quién es el secretario vigente de la asociación  que al plantearle la posibilidad cierta de realizar elecciones en esa oportunidad, aprovechando la amplia representatividad de cantores invitados, respondiendo negativamente a solo días de la concreción del encuentro, aduciendo que: 

“No es la oportunidad, porque el encuentro no es para eso…”

Reiterar que, para concretar la reactivación de esta organización, ya había un preacuerdo, tomado en el último canto masivo en Maipú en septiembre de 2024. En este contexto pidió la palabra uno de los cantores más reconocidos, y que estuvo presente además, en aquel preacuerdo en Maipú. En su intervención pone el foco de atención en la búsqueda de una nueva directiva y que involucra por cierto a todos los cantores a lo divino. 

A partir de allí se abrió el debate donde los asistentes pudieron dar sus puntos de vista, realizar propuestas y fórmulas, levantar candidaturas o simplemente opinar con distintos fundamentos, como se realizan las asambleas y que, por supuesto tienen todo tipo de ingredientes, fórmula que le da más sabor al platillo resultante.

En medio de la no menos bulliciosa y acalorada discusión, surgió la propuesta de un candidato en representación de una comunidad en particular y la irrupción de otra proclamación, claramente con el objetivo de contraponerse a la anterior, quizás con el propósito de crear conflicto, o simplemente tomar protagonismo en medio de una “Asociación” sin caras visibles y a disposición de cualquier personaje ávido de figuración. Personajes que  aprovechan toda oportunidad para sobresalir, asumiendo roles protagónicos que no le corresponden, más aún, si se tiene escasa participación como cantor a lo divino en vigilias, y menos en instancias similares relacionadas con la organización y más aún no estando   familiarizado con el alma de esta comunidad. 

Concluye esta especie de asamblea con el acuerdo de crear una comisión encargada de gestionar y organizar una elección “Democrática”, con la mayor cantidad posible de representantes de distintas zonas y regiones (tarea no fácil), y de esta forma actualizar esta asociación y su representatividad.  Esto dependerá de la claridad cómo se hagan las cosas y del interés que pongan los mismos cantores a lo divino.

Esperamos que impere el bien común, cosa no menos compleja conociendo las distancias geográficas que nos distancian y por supuesto las diferencias que surgen en todo grupo humano. 

La experiencia me da a entender, que más bien la mayoría de los cantores de zonas apartadas, no se siente representado, no entienden la motivación de esa representatividad y para qué sirve. Finalmente se limitan a seguir las pautas de algún referente que de alguna manera influye en sus decisiones, referentes que en ocasiones utilizan esa postura referencial para manejarlos a conveniencia. 

Después de esta “Alteración del hábitat del cantor”, volvió a dar vueltas en mi cabeza, la pregunta que realicé al momento de renunciar como presidente de la organización:

 ¿Los cantores realmente, necesitan o quieren ser representados por una organización o solo les interesa cumplir su misión, que es la simple y noble tarea de cantar?. 

Pero al mismo tiempo, preocupa la idea de que personajes inescrupulosos asuman un rol representativo o de vocería de los cantores a lo divino, y se aprovechen de la humildad, la sencillez y muchas veces empatía de esta comunidad en estos aspectos organizacionales.

Concluida la cena y la asamblea, los cantores se reparten y se disponen en cinco ruedas distribuidas en distintas dependencias, donde se realiza el acto más íntimo y verdadero del canto a lo divino; que es la vigilia. 

Rito que se extendió por toda la noche, como tradicionalmente ha sido, con su canto pausado y melancólico, donde afloran las entonaciones y los versos dedicados a la virgen y otros fundamentos que impone el guía, o “buey puntero”, como más de alguna vez se denominó al cantor referente que encabeza la rueda.  Allí también hubo espacio para la reflexión entre cada verso, donde aflora más de alguna anécdota o historia relacionada con la oración y el canto. Canto que se entremezcla con las voces de las ruedas vecinas, pero que no molesta, ni interrumpe, porque es parte del mismo rito y en donde inclusive, se puede identificar la voz del cantor que profesa su oración con la mejor garganta posible. No molesta, ni altera, ni te descoloca, porque es parte de la misma sintonía, del mismo clamor y de la misma fe.

Me integro al canto y me sumerjo en una de las ruedas junto a otros cuatro hermanos cantores. Se afinan los guitarrones, la guitarra y el rabel. Se preparan también las gargantas y se dispone el espíritu para conseguir esa conexión que emociona, conmueve y revitaliza.

A mi izquierda el canto pausado y ceremonioso “del buey puntero”, que abraza su guitarrón después de su canto y permanece sin moverse, cerrando los ojos mientras medita, escucha y espera la otra vuelta. El mismo que “Introducciona” al final de la décima,  de cada despedida, dando la pauta del próximo fundamento, como lo hace el que viene de la vieja escuela y anunciaba:

“Por eso en este día

a saludarte he venido

Soy un hijo agradecido

Con el canto y poesía”.

o

“Un pensamiento de amor

tengo en el alma de atiento

de atiendo tengo en el alma

Dónde está mi pensamiento”.

 

A mi derecha un guitarrón virtuoso, abundante de notas y acordes, como olas, que van y vienen, que se arremolinan, luego se aquietan, alejan y arremeten como espuma sonora que baña las arenas del canto.

Más allá, la guitarra que acompaña un canto firme y claro de una voz que resalta con las décimas aprendidas en la oratoria o en la declamación.

Al final el Rabel,  que se  resguarda en su estuche y aflora en cada décima y se acomoda ceremoniosamente en las rodillas del cantor, para entregar ese sonido quejumbroso y a veces lastimero, que va de lo agudo a grave y vice y versa, con sonido que convoca y atrae. Tal vez sea por eso que en la antigüedad se usó como instrumento pastoril; según palabras que le escuché al maestro Francisco Astorga Arredondo Q.E.P.D.

Bendita sea tu pureza, como es usual, nos indica que es tiempo de la partida, del abrazo por la jornada cumplida, de los buenos deseos y de frases como: “fue un honor haber compartido el canto”, o “bendiciones hermano cantor, que tenga buen regreso “o “nos vemos en una próxima oportunidad”.

Ya amanece y poco a poco se arriman los cantores desde cada rueda al comedor, un buen café caliente en medio de los últimos comentarios y comienza el momento del adiós. 

Ya no se escuchan los gritos de euforia y la música estridente de la fiesta bañada de bailes y más de algún aperitivo, que mantuvo a dos de las cinco ruedas en vilo durante toda la noche. Algunos ya se despiden con un abrazo y un apretón de manos; otros con un tibio nos vemos; otros se van en silencio, con más de alguna sensación de inquietud que no pudo borrar una noche de canto. 

Soy uno de los últimos en partir, me despido de algunos colaboradores agradeciendo su atención y compañía en la vigilia. Quedan un par de cantores amigos que acarreo hasta la estación del metro más cercana. 

En la memoria de la cámara, quedaron algunos registros de la jornada como documentos gráficos del acto en la gruta y de la rueda junto a mis compañeros de canto.  En la memoria personal, quedan algunos sentimientos encontrados y una mezcla de desilusión y tristeza, no por la trasnochada, sino por los momentos poco armoniosos vividos en pasajes del encuentro. Desarmonía que lamentablemente se experimenta y se observa cada vez con más frecuencia. Donde resalta la informalidad y el deterioro de nuestro canto a lo divino en varios aspectos y que siembran incertidumbre para el futuro de la expresión; contrastando con jornadas del pasado en este y otros encuentros, donde el espíritu terminaba rebosante de energía, aquella que nos entrega la oración cantada, la meditación y el disfrute de las voces y melodías de los cantores a lo divino.

Finalmente, lo positivo y negativo que acá se ha expuesto lo testifica el tiempo inmerso en el canto, viviéndolo desde dentro, pero también al observar desde afuera, con un rol auto impuesto de difusor de una de las más profundas formas de cantar, orar y poetizar la fe.

Quiero quedarme con lo positivo, los que revitaliza el espíritu, con la esperanza siempre latente de mejorar y retomar los complejos, pero hermosos senderos del canto, aquellos que nos señalaron los maestros, quienes nos confiaron un legado hermoso y que recibimos y debemos cuidar con respeto, con cariño y con la altura de miras, para algún día entregarlo sano y generoso como lo hicieron nuestros antecesores..

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